Vida de un Pintor Frances
André Derain
(Chatou, 1880 - Garches, 1954) Pintor francés. Activo miembro del grupo fauvista, mantuvo una estrecha amistad con Matisse y fue un apasionado de la pintura de Cézanne. La creación de Derain se divide en diversos periodos, pero un denominador común siempre se mantiene: una singular pasión por las miniaturas francesas y por las obras italianas trecentistas. A diferencia de la mayoría de sus colegas fauvistas que se interesaban únicamente por el color, Derain prestaba gran atención a los problemas de la forma. Poco a poco fue nutriendo su inspiración en la naturaleza y en el arte de los viejos maestros; su dibujo fue haciéndose más preciso y los volúmenes mas concentrados, a la vez que el color perdía la vivacidad del periodo fauvista.
Finalizados sus estudios de bachillerato, André Derain empezó hacia 1895 a pintar y a visitar asiduamente el Louvre. En 1898 y 1899 frecuentó la Academia Camillo en París, donde conoció primero a Matisse y a Marquet y más tarde a Rouault; pasó una temporada en Bretaña y se interesó por las obras de Pont-Aven. De 1900 data su encuentro con Maurice de Vlaminck, con quien compartió un estudio en Chatou y a quien le unió una gran amistad; sus primeros cuadros fueron paisajes de Chatou. En 1902, con Vlaminck, vio las obras de Van Gogh expuestas en la galería Bernheim-Jeune y empezó a estudiar en profundidad el arte de los museos. Durante esta etapa de formación leyó muchas novelas realistas y a autores como Nietzsche; en pintura le impresionaron Cézanne y Toulouse-Lautrec, cuyas obras descubrió en el Salón de los Independientes. En 1903 pintó el Baile de Suresmes; en 1904 se inscribió en la Academia Julian y realizó paisajes y naturalezas muertas; en esos años empezó su interés por el arte negro y su amistad con Apollinaire.
Entre 1905 y 1906 pintó paisajes que deben mucho al puntillismo de Signac, primero en Collioure, donde pasó un verano junto a Matisse, y después en Londres, donde recrearía los mismos temas que Monet había pintado apenas unos años antes. Pero mientras las preocupaciones de los impresionistas se centraban en captar la atmósfera matizada por la luz, las vistas del Támesis o del Parlamento londinense pintadas por Derain están regidas por la búsqueda de contrastes entre los colores primarios y sus complementarios. Derain no buscaba en la yuxtaposición de pinceladas la fusión retiniana del color, sino una técnica que le permitiera mostrarlo tal cual era directamente extraído del tubo.
Ejemplo de intenso cuadro fauvista es Vista nocturna del Parlamento, realizado durante su primera visita a Londres en 1906. Es soberbio por su composición, su técnica y, sobre todo, por el color. El espacio pictórico está dividido en dos secciones iguales por la diagonal de la línea de la orilla. La mitad superior está dividida, a su vez, por el uso de diferentes colores; los trazos azules horizontales y verticales caracterizan al edificio; las pinceladas más amplias, el movimiento del cielo. Derain repitió este esquema con el agua del Támesis: la sección superior, cerrada por la línea de la orilla, está hecha a base de pinceladas paralelas, mientras que el ancho espacio acuático, con las barcas, está traducido mediante pinceladas más libres. Esta yuxtaposición de ritmos y colores imprime a la obra un extraordinario sentido del movimiento.
Vista nocturna del Parlamento (1906)
y La danza (1906)
Otra obra capital de esta etapa es La danza (1906), un homenaje a la luz, el color y el sentido lúdico de la vida, a la joie de vivre. En este tema, que también cultivaría su compañero de grupo Matisse, Derain hace gala de un exuberante cromatismo, como buen miembro del movimiento fauvista, corriente pictórica interesada prioritariamente por explotar las capacidades comunicativas del color. A pesar de las duras críticas que en su día le hiciera Louis Vauxcelles, aún hoy el espectador se siente seducido por las encantadoras composiciones de Derain. En esta obra puede observarse la influencia de las estampas japonesas, tan apreciadas por los artistas de finales del siglo XIX y principios del XX, en lo que respecta tanto a la ausencia de perspectiva como a la calidad uniforme y plana de los colores. Las líneas arabescas del traje de una de las bailarinas, también perceptibles en los árboles que constituyen el paisaje de fondo, presentan ciertas concomitancias con otras creaciones fauvistas de artistas contemporáneos, empezando por el propio Matisse.
En 1905 André Derain había expuesto en el Salón de Otoño junto con Matisse, Vlaminck, Marquet y Rouault, y el reputado crítico de arte Louis Vauxcelles se había servido por primera vez del término fauve en una negativa reseña sobre este grupo. En 1906 aparecieron los primeros desnudos femeninos en su obra, viajó a Londres y empezó a pintar la ya citada serie del Támesis. Derain fue el fauvista que utilizó primera vez como fuente de inspiración el arte etnográfico, del que llegó a tener una gran colección. Si bien su fauvismo pasó por muchas variaciones, desde el puntillismo a la pincelada libre, lo más característico son obras como las ya citadas o Puente de Londres (1906), pintada en grandes áreas de colores fuertes, con la perspectiva distorsionada, los edificios recortados contra el cielo en contrastes de color verdes y azules y las masas de color que delimitan la profundidad.
Puente de Londres (1906)
De nuevo en París, alquiló un estudio en Montmartre y se relacionó con el grupo del Bateau-Lavoire, donde recibió la influencia de Braque y Picasso, aunque su pintura nunca se hizo plenamente cubista. Por esos años realizó sus primeras esculturas, inspiradas en su interés por la escultura primitiva; son tallas en piedra que representan figuras rígidas. Participó en todos los Salones de París hasta 1909, año en que expuso con Braque y Van Dongen en la galería Kahnweiler.
A partir de 1911 se distanció de los cubistas y, por influencia de los primitivos italianos y franceses, se inició lo que se ha dado en llamar su período gótico. En 1912 expuso en el Stedelijk Museum de Amsterdam y se comprometió en exclusiva con la galería Kahnweiler. Presentó también su obra en el Armory Show de Nueva York en 1913, y en Moscú, Praga y Berlín. En estos años sus cuadros son una fusión de los estilos cubista y neoclásico; continuó realizando esculturas talladas en piedra y máscaras influidas por el arte primitivo, en una dirección distinta a su pintura. Su primera exposición individual tuvo lugar en la galería Paul Guillaume de París en 1918.
En 1928 recibió el primer premio del Carnegie Internacional de Pittsburg y en 1930 la galería Knoedler de Nueva York le dedicó una exposición individual; a partir de este momento se consagró en los Estados Unidos, donde realizó numerosas exposiciones. Derain fue también un prolífico ilustrador de obras literarias en el período de entreguerras. Su interés por la pintura clásica lo llevaría en sus últimos años a volver a las fuentes de Cézanne, Poussin y Chardin, abandonando la actitud experimental que había caracterizado sus primeros años de trabajo.
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